Todavía es elevado el número de personas que se van con la de trapo a la hora de visualizar los acontecimientos referentes al régimen de La Habana. Las mentiras han sido muchas y muy seguidas durante demasiado tiempo. El principal despiste sale de los análisis político-ideológicos, en vez de comprender que la elite castrista constituye una pandilla inescrupulosa, sin ética, principios ni mucho menos ideología.
Ahora salió a la luz pública que el embarque del filtrador de documentos secretos, Eduard Snowden, quien estuvo varado durante semanas en un aeropuerto de Rusia y que resolvió al final que ese país le diera asilo político por un año, se debió a que a última hora el gobernante "antimperialista", Raúl Castro, le negó la entrada a territorio cubano, donde debía volar para hacer una escala técnica antes de seguir rumbo a otro país latinoamericano.
La negativa del permiso de entrada a Cuba para Snowden estuvo muy a tono con el interés de la Casa Blanca de no darle tregua al ex analista buscado por la justicia norteamericana. El dictador siguió al dedillo las ordenanzas de Obama. Una cosa es lo que se ve o dice y otra la manera en que se mueve la política desde las sombras.