Cada civilización esta marcada por los grupos de poder que la lideran. Es cierto que, en el nacimiento, desarrollo y decadencia de cada cultura, influyen grandemente las condiciones naturales, sociales e históricas. Pero, al final de cuentas, todo depende de la capacidad de sus lideres para enfrentar tales condiciones, por muy adversas o ventajosas que sean.
La actual civilización del petróleo se ha ganado ejércitos de detractores y enemigos con razones más que poderosas. Entre ellos millones de latinoamericanos que racionalizan esa oposición como un odio acérrimo hacia los Estados Unidos. Sin embargo, hay que reconocer que, gracias a la misma, la humanidad ha experimentado un portentoso crecimiento en todos los órdenes. En sólo un siglo, ha potenciado el desarrollo humano en los cientos de miles de años anteriores.
Entre los grupos que han ejercido el liderazgo de la civilización del petróleo a nivel planetario, el clan de los Rockefeller ha tenido un lugar muy especial. La influencia de los Rockefeller en la economía, la política y la cultura no sólo norteamericana sino global es particularmente importante. Es por es por ello que lo que haga o diga un Rockefeller jamás puede tomarse a la ligera.
En
entradas anteriores nos hemos referido al
afecto que los Rockefeller han demostrado por Fidel Castro desde los inicios de su carrera política. Tal estima ha persistido a pesar de que una de las primeras medidas de su gobierno fue la confiscación de las cuantiosas propiedades de esta familia en Cuba, las mayores en América Latina en aquella época.
Como veremos,
la relación de Castro con los Rockefeller trasciende el puro capricho o la extravagancia para, paradójicamente, involucrar desde los intereses particulares de los Rockefeller hasta los planes mediatos de la élite financiera global.
El fundador de la estirpe de los Rockefeller fue John Davison. A este, se le considera como el paradigma de "self made man", empresario y filántropo. John D. salió absolutamente de la nada para convertirse en uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo.
Durante su vida, John D. hizo las mayores donaciones filantrópicas que jamás haya hecho persona alguna, más del 50% de su incalculable fortuna personal, la mayor de su época.
Pero, también, Rockefeller fue el padre del monopolio moderno, el trust, y sus tácticas más despiadadas, los que le dieron ingreso en el reducidísimo club de los hombres más influyentes de la Tierra.
A pesar de ser el arquetipo de capitalista, John D. Rockefeller, en su interior, fue el mayor enemigo de la competencia, la esencia misma del capitalismo.
"La competencia es un pecado -solía decir John D-, por eso debemos erradicarla". Y, en consecuencia, dedicó su vida entera a la erradicación de sus competidores.
Rockefeller adquirió su primera refinería de petróleo en 1863, estafando a sus socios comerciales. La misma se convertirá mas tarde en la Standard Oil Company, el prototipo de empresa monopolista.
Entre 1872 y 1873, en sólo dos años, John D. utiliza genialmente las prácticas comerciales más despiadadas y alevosas para absorber a la mayoría de los competidores norteamericanos. Así, llegó a abarcar el 90% de la refinación y la distribución petrolera de EE.UU.
Pero, Norteamérica le quedaba chiquita a John D. Durante la década de los 1880, con sus métodos habituales, Rockefeller introdujo hasta los confines de China un farol de petróleo mejorado con el que transformará la vida de cientos de millones de seres humanos. Así, aplastará toda competencia occidental y le dará a la Standard Oil el monopolio de la exportación petrolera al gigante asiático.
Gracias las tácticas más feroces e inescrupulosas, La Stadard Oil se transformó el mayor suministrador de los puertos más importantes del mundo al absorber los mercados cardinales de petróleo.
Sin embargo, a pesar de su enorme poder e influencia, John D. no podrá evitar que la indignación popular promueva la aprobación de leyes antimonopolistas.
Tras varios años de combates legales, en 1911, la Suprema Corte de EE.UU. anunció su decisión de desmantelar la Standard Oil en 34 distintas empresas. Claro, estas seguirían siendo propiedad de los Rockefeller pero no funcionarían como un gran organismo depredador desde el punto de vista legal y contable.
No obstante, la desintegración de la Standard Oil no mellará el inmenso poder de los Rockefeller, todo lo contrario.
Ya antes de la desintegración de la Standard Oil, John D. se retiraría en forma gradual de los negocios para dedicarse por entero a su empresa filantrópica. En su lugar, dejará a su hijo menor, John D. Junior, al cual le legará su incalculable riqueza en vida.
John D. padre trató de monopolizar toda la refinación y distribución planetaria del petróleo e, incluso, invirtió fuertemente en ciertas campañas políticas. Con todo, no le interesó demasiado influir en la política nacional y, mucho menos, en la internacional.
De hecho, John D. Rockefeller padre era un republicano conservador en extremo y partidario del aislacionismo político norteamericano…hasta que su hijo lo convenció de lo contrario.
Los testimonios coinciden que John D. Junior era una persona amable y maleable que carecía de la agresividad y la implacabilidad de su padre.
John D. Junior parecía sentirse más como un albacea de la fortuna de su familia antes que un propietario y dedicó la mayor parte de su tiempo en labores filantrópicas.
Junior tendrá una disposición filantrópica de mayor diapasón y perspectiva que su padre. No sólo hará fuertes donaciones a instituciones académicas como su padre sino que expandirá estas a investigaciones médicas, a la creación de vastas reservas naturales y al desarrollo de las artes modernas.
A pesar de todo, John D. Rockefeller Junior fue quien propició el acceso de los Rockefeller al liderazgo de la élite financiera internacional.
Según ciertas fuentes, fue Raymond B. Fosdick quien inició a Junior en las ideas internacionalistas.
Raymond B. Fosdick fue, primero, fideicomisario de Junior y, después, presidente de la Fundación Rockefeller.
Fosdick era ardiente partidario de las ideas liberal internacionalistas del Presidente Woodrow Wilson, en cuya administración ocupó diversos cargos de importancia. Todo parece indicar que tales ideas provenían del enigmático consejero de Wilson, el "coronel" House, misterioso personaje que tendrá gran participación en la creación de la
Reserva Federal y el
Council on Foreign Relations (CFR).
Wilson, Fosdick y el "coronel" House eran partidarios de un nuevo orden mundial establecido bajo un gobierno federalista planetario para evitar el caos en las relaciones internacionales y las crisis económicas, políticas y sociales.
Aunque la idea parecería magnífica, actualmente existe un poderoso movimiento internacional que acusa a los partidarios de un Nuevo Orden Mundial de conspirar para imponer un gobierno único - colectivista, burocrático y controlado por sectores elitistas y plutocráticos, etc, - a nivel global y eliminar toda democracia y estado de derecho.
Fosdick tendrá una estrechísima relación con el "coronel" House y hará suyas sus ideas, que transmitirá a John D. Junior y con las cuales lo guiará es su nueva vocación internacionalista.
A partir del momento en que encabezará el clan de los Rockfeller y siguiendo su nueva vocación internacionalista, Junior se aliará a los competidores más formidables de los Rockefeller como Carniege y los Vanderbil. Pero la asociación realmente trascendental para los Rockefeller fue con JP Morgan.
De hecho, Junior comenzó su carrera empresarial con la dirección simultánea de la Standard Oil y el JPMorgan EE.UU. Steel Co.
J.P. Morgan no era sólo el banquero más importante de los EE.UU. Además, era el representante secreto en los EE.UU de los intereses de los Rothschild, la casa bancaria más poderosas de Europa y, posiblemente, del mundo.
El padre de J.P. Morgan, Junus Morgan, entró como socio de la firma financiera de George Peabody.
Nathan Rothschild había contratado los servicios de Peabody para introducirse en la impenetrable alta sociedad londinense. Los Rothschild aún no habían podido acceder a la misma a pesar de tener en el bolsillo a la corona y el banco central ingleses.
Desde entonces, la compañía de Peabody se transformó en una sucursal secreta de los Rothschild.
Al retirarse Peabody, Junus Morgan se pondrá al frente de la firma –a la que rebautizará como J.S.Morgan Co.- y enviará a su hijo, J.P., a New York como su agente personal.
J.P. Morgan se convertirá en el magnate financiero más destacado de la generación de monopolistas que surgirá después de la guerra de secesión norteamericana.
J.P. transformó su compañía y su banco, de hecho, en el banco central de Norteamérica.
Con el respaldo secreto pero colosal de los Rothschild, Morgan utilizará su táctica de adquirir y modernizar administrativamente compañías en bancarrota. De esta forma monopolizará ramas vitales de la economía como los ferrocarriles, la producción metalúrgica, la emergente industria eléctrica, y, sobre todo, la banca.
La compañía financiera de J.P. Morgan –que, posteriormente se transformará en el Chase dirigido por los Rockefeller- funcionará de hecho en ocasiones como banco central de los EEE.UU.
La depresión económica de 1893 –en parte provocada por la especulación de Morgan en los ferrocarriles- obligará al gobierno de Cleveland a apelar a Morgan para suministrar oro a la tesorería de la nación.
Morgan, efectivamente, con apoyo de los Rothschild, hizo fluir grandes cantidades de oro de Europa a EE.UU. Pero, ello pondrá la economía norteamericana y las finanzas del gobierno literalmente en manos de Morgan y sus jefes europeos.
Tal fue el poder que Morgan adquirió sobre la economía norteamericana que, durante la crisis de 1907, su compañía se dio el lujo de actuar como banco central para paliar la crisis y forzar a los centros financieros del país a crear planes de contingencia.
Esta última crisis y el control de Morgan sobre la economía de EE.UU. le permitieron legalizar, después de más de un siglo de luchas políticas y conspiraciones, un banco central estadounidense. Su carácter totalmente privado se ha encubierto bajo el nombre "oficial" de la
Reserva Federal de los EE.UU.El sistema de la
Reserva Federal, como veremos, puso la economía de EE.UU. y el presupuesto de su gobierno bajo el control de los mayores magnates norteamericanos y, sobre todo, de los Rothschild. Ello se debía a que todo el poder que Morgan tenía sobre la economía y el presupuesto norteamericano era a nombre de los Rothschild. A la muerte de Morgan, se descubrió que, de su colosal fortuna, sólo le pertenecía menos de un 10%. El resto era propiedad de la casa de los Rothschild.
La alianza de los Rockefeller Junior con J.P. Morgan y los Rothschild, como veremos en los artículos siguientes, le dará acceso a la cúpula del poder financiero mundial. Ello le permitirá a John D. Junior y sus descendientes influir decisivamente en la economía y la política tanto de los Estados Unidos como del resto del mundo.
La ascendencia de John D. Junior sobre los asuntos mundiales será heredada por su hijo David, el actual cabeza de la familia Rockefeller.
La larga
relación de David Rockefeller con Fidel Castro, como veremos, está profundamente relacionada con el liderazgo financiero y político mundial del clan Rockefeller.